qie inmortalizó aquella lágrima
en mi mejilla...
Maldito el que impuso
el llanto
en mi rutina...
Malditas las horas
de mi solidad,
y maldita sea yo,
por permitirme amar...
Maldito el momento
en que te cruzaste
en mi mirar.
Maldito el día
en que me comenzaste
a importar...
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